Mis pasos son lentos. Lo sé. Pero me acompañan los sueños, los creados con cimientos de intenciones. Si bien, el desaliento (la mueca) apareciera con el propósito de frenar mi ritmo, lo ignoraré y continuaré. Así pues, pese a no saber donde está la meta, miraré hacia el horizonte para proseguir mi rumbo: la vida.

domingo, 22 de abril de 2018





Muchas veces, más de las que quisiera se me ha escapado la amistad.
La buena gente, supongo, como si fuera agua en mis manos y se escurriera entre los dedos sin poder hacer nada. Después me viene la duda si no sé juntar bien los dedos, incapaz de unir lo suficiente para que no se destile. Pensé también que recojo mucha y no es la cantidad sino la calidad del agua lo que hay que tener en cuenta. Agua, agua cristalina, pero no es transparente; tiene colores. En mi caso, la mano, de un ocre suave, con líneas y arrugas, con alguna pequeñísima cicatriz y no, no hay pecas. Tal vez no deba poner las dos manos en forma de cuenco, sino una, y la otra saludar cordialmente.
Mis manos que no sujetan el agua y no sé, pero ya no me importa, la sed es poca y sé, aguantarla.

sábado, 14 de abril de 2018


− ¿Rguez.?
− Sí. Rguez.
Así comenzó una conversación con una amiga refiriéndose a mi firma. Le expliqué que venia de chica, cuando miraba la de mi padre. No había más explicación. A raíz de eso me vino a la mente mi segundo apellido, desterrado desde ese entonces. Según los entendidos eso significa que quiero más a mi padre que a mi madre. Ahora no voy a analizar esa parte porque no toca y quiero a mi madre, por supuesto. Lo que quiero honrar es el apellido Izquierdo, porque forma parte importante de mi vida: mis primos, mis tíos… los recuerdos,  lo vivido lo guardo con tanto cariño que hoy quiero airearlo, aunque siga firmando Rguez.
Los Izquierdos son y serán mi otra mitad de mi persona.