Mis pasos son lentos. Lo sé. Pero me acompañan los sueños, los creados con cimientos de intenciones. Si bien, el desaliento (la mueca) apareciera con el propósito de frenar mi ritmo, lo ignoraré y continuaré. Así pues, pese a no saber donde está la meta, miraré hacia el horizonte para proseguir mi rumbo: la vida.

miércoles, 21 de marzo de 2018


LA MESA DE MI PADRE.
Cuando pasé a su lado la vi diferente. Unas palabras que no se pronunciaron, pero las escuché. Me gritó con murmullos que no los aprecié hasta que mis ojos se pararon ante ella y la sentí.  Me dijo que la rescatara, pero sin decirlo. La había ignorado sin intención, distraída-mente. No lo dudé y la saqué del olvido para que volviera a relucir. Como si su energía aguardara algo especial, para florecer como la primavera. Como si quisiera recuperar viejas costumbres. La mesa estaba allí, en un lugar equivocado, en un rincón casi inexistente y sin apenas protagonismo. Ahora, los libros, mis ilusiones le harán compañía. Y él, de alguna manera estará cerca de mí.

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