Mis pasos son lentos. Lo sé. Pero me acompañan los sueños, los creados con cimientos de intenciones. Si bien, el desaliento (la mueca) apareciera con el propósito de frenar mi ritmo, lo ignoraré y continuaré. Así pues, pese a no saber donde está la meta, miraré hacia el horizonte para proseguir mi rumbo: la vida.

miércoles, 21 de marzo de 2018


LA MESA DE MI PADRE.
Cuando pasé a su lado la vi diferente. Unas palabras que no se pronunciaron, pero las escuché. Me gritó con murmullos que no los aprecié hasta que mis ojos se pararon ante ella y la sentí.  Me dijo que la rescatara, pero sin decirlo. La había ignorado sin intención, distraída-mente. No lo dudé y la saqué del olvido para que volviera a relucir. Como si su energía aguardara algo especial, para florecer como la primavera. Como si quisiera recuperar viejas costumbres. La mesa estaba allí, en un lugar equivocado, en un rincón casi inexistente y sin apenas protagonismo. Ahora, los libros, mis ilusiones le harán compañía. Y él, de alguna manera estará cerca de mí.

viernes, 16 de marzo de 2018



Soledades, silencios o esa maldita indiferencia. Todo un grupo de indeseables palabras, todas calladas.
¡Qué puñetas! Fuera con ellas.


sábado, 3 de marzo de 2018


Creo que fue en un cumpleaños, pero no estoy segura porque mi memoria es impresentable, pero algo especial sí que era. Apareció con un regalo, una caja blanca, inmaculada. Siempre me sorprende con cosas así, cuando menos te lo esperas te saca una amplia sonría, sea con un cortado en la cama o un chiste malo que tiene después que explicar. Esta vez, la sonrisa brotó al abrirla. Un bolígrafo, un Faber Castell tan bonito que se multiplicó la alegría, sobre todo porque el motivo no era otro que escribir mi primera dedicatoria en un futuro libro. Algo que para ese entonces me parecía lejano y por qué no decirlo, casi imposible – pero eso es otra historia− Claro, de eso hace unos cuantos años y me hizo gracia, pero lo he guardado en la cajita virginal a la espera.
Y ocurrió.