Mis pasos son lentos. Lo sé. Pero me acompañan los sueños, los creados con cimientos de intenciones. Si bien, el desaliento (la mueca) apareciera con el propósito de frenar mi ritmo, lo ignoraré y continuaré. Así pues, pese a no saber donde está la meta, miraré hacia el horizonte para proseguir mi rumbo: la vida.

miércoles, 21 de febrero de 2018

ABUELAS

De chica era mi abuela, madre de mi padre la que me conquistó y aun hoy perdura ese amor por aquella mujer tan especial. No fueron muchos los años que la tuve, pero los suficientes para que me marcara para siempre con sus pequeños gestos. Después llegó mi madre, la nueva abuela de mi hija, la abuela que estaba siempre para cualquier problema. La que llena de besos la cara de la niña y la achucha hasta casi romperla. Pero ahora, no hace mucho, se ha convertido en la abuela mayor, porque yo he cogido el relevo. Cojo el testigo y soy la nueva abuela. Me toca dar lo aprendido de pequeña con la abuela Ventura, esos pequeños pellizcos de cariño que me alegraron tanto o los amores desbordados de mi madre Magdalena, hacia mi hija Raquel, como si no hubiera un mañana. Además, para añadir a todo esto, los de mi cosecha, que son otros tantos que se me desparraman para ofrecérselos al pequeño Samuel.

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