Mis pasos son lentos. Lo sé. Pero me acompañan los sueños, los creados con cimientos de intenciones. Si bien, el desaliento (la mueca) apareciera con el propósito de frenar mi ritmo, lo ignoraré y continuaré. Así pues, pese a no saber donde está la meta, miraré hacia el horizonte para proseguir mi rumbo: la vida.

jueves, 30 de marzo de 2017


No sé si siempre sería así, no lo recuerdo, pero el caso es que el ruido me molesta ahora soberanamente. Y lo peor de todo es que a los demás parece ser que no. Solo a mí. Observo como revolotean cómodamente por los espacios con la cacharrería del día a día. A ellos no les afecta porque les veo a gusto con sus quehaceres. Encima y para más inri, yo me voy transformando con el paso del tiempo en una impertinente serpiente venenosa. Eso ni me gusta ni me disgusta, la verdad.
- ¡Silencio! - grito, pero para mis adentros porque no tengo voz para hacerme oír entre tanto ruido.
(Foto: San Sebastián 2013)

sábado, 25 de marzo de 2017

Cuando más aprendo más es mi ignorancia.
Qué bueno es aprender día a día algo nuevo ¿A qué sí? A mí me gusta, aunque después me olvide de la mitad. Y ¡cuando aprendes de los demás! Claro que ellos no lo saben. Observas. Comienzas con las dudas, pero pronto se aclaran y ves los colores de cada uno; azules, grises o el que ofrece multicolores. Éstos últimos son los que más me divierten y más me ofrecen, por supuesto. En cambio, los grises son turbios y apenas veo claro qué quiere darme, si bueno o malo. Es complicado eso porque puedes meter la pata y llevarte verdaderos sustos con ellos. ¡Sorpresa, no soy lo que creías! Y quieres salir corriendo. Pero yo no, me quedo y sigo andando, a mi paso, como si no pasara nada. Es lo mejor, así no sudas. 

sábado, 4 de marzo de 2017


Me he bloqueado como los ordenadores. He dado muchas veces intro sin resultado. Entonces he tenido que resetear y ahora estoy vacía de contenido y continente.  Limpita diría alguien, con espacio diría yo. Mientras me observo el hueco de mi yo misma, me voy dando cuenta que resulta agradable eso de estar sin el ruido metálico de los ficheros, unos arcaicos, muchos en desusos y otros tantos sin actualizar.
 - Fuerte porquería tenía yo aquí-- me dije una vez consciente --Seguro que ha tenido que ver ese cursito de mindfulness. Tomar conciencia y ya ves, a quitar lo que no vale.
 Lo que ocurre ahora, es que, aunque hay ficheros que por defecto siguen ahí, como los de la infancia, que están muy arraigados y son difíciles de deshacerse de ellos, lo demás ahora me dan pereza instalarlos. Porque entre otras cosas, me gusta un poco ser kafkiana, todo hay que decirlo.
Solución: dejar que poco a poco se recuperar lo que vale realmente.