Mis pasos son lentos. Lo sé. Pero me acompañan los sueños, los creados con cimientos de intenciones. Si bien, el desaliento (la mueca) apareciera con el propósito de frenar mi ritmo, lo ignoraré y continuaré. Así pues, pese a no saber donde está la meta, miraré hacia el horizonte para proseguir mi rumbo: la vida.

jueves, 28 de diciembre de 2017

Pregúntame que día del año es mi favorito. No, no creas que es el día de mi cumpleaños, no es ese. ¿Te rindes? ¡los Reyes! ¿sorprendido? Pues yo sí me quedé así cuando hoy en el trabajo, mientras atendía a una mamá, su hija de unos diez años, apoyada en la mesa me miraba seria. Yo, para romper el incómodo momento le comenté a la niña.
-        --  Pronto los reyes-- con una media sonrisa.
Pero continuo impávida mirándome fijamente. Otra oportunidad me dije al mismo tiempo que tecleaba afanada en el ordenador. Paré, respiré suavemente y con mi mejor sonrisa le dije.
-       --¿Estás ilusionada?
-      --  No.
No pude reprimir la pregunta y me lancé.
-       -- ¿Por qué?
Y ella sin pestañear dijo.
-       --  Porque son aburridos.

No, no puede ser pensé, un niño que se aburre en reyes, eso es imposible. Rememoré mis reyes y me di cuenta que al día de hoy sigue siendo la fecha más bonita del calendario, el mío, claro.

miércoles, 13 de diciembre de 2017

Dichoso mes de diciembre que me abre sentimientos y me reboza de sensibilidad tonta. Diciembre de familia y celebración. De heridas y soledades, de añoranzas.

miércoles, 6 de diciembre de 2017

El gorro.
Secretos, esfuerzos, historias de vértigo, decepciones y alguna que otra lágrima. Aunque el gorro de mis amores, el primero, el único, además lleva consigo las risas y las carcajadas, los paisajes y los olores. Tantos colores como el pintor que sueña para su cuadro, la música del viento, la mano amiga, la fatiga hecha recompensa o la derrota hecha experiencia.
Mi gorro hinchado, que bonito.


martes, 7 de noviembre de 2017

Me miraba rara, con una insípida expresión. Mientras, sujetaba su tarta de chocolate en el mostrador de la dulcería. El dependiente intentaba atraer su atención con una amplia sonrisa y le decía con buenas formas el precio de aquel delicioso pastel de colores llamativos, porque desde donde yo estaba apreciaba un marrón chocolatero, con rojos, verdes brillantes y un decorativo morado. Hasta a mí me sobrevino el desconsuelo al verlo inmóvil, a la espera de que aquella mujer de extraña mirada se lo adueñara de una vez. Pero ella, la que me miraba raro, no dejaba de torcer la cabeza en dirección a mí. Otra vez. Yo quise ignorarla mientras intentaba saborear un barraquito preparado con exquisito gusto, tres capas de colores: blanco, café y crema. Aunque no pude, la tenía en frente y cada vez que levantaba la cabeza la veía a ella, elegantemente vestida, peinada y de mirada indefinida, entre curiosa y repelente. No sé, pero mi tarta de manzana perdió todo el encanto por culpa de la señora. Así me pareció. ¿Será que me reconoce? Me pregunté, incluso dudé si ofrecerle una sonrisa, pero de inmediato abandoné esa idea, sí, la mirada. Puede ser de montaña, o de literatura, quizás de pintura, o de volcanes. Me preguntaba ya algo inquieta. Puede ser del trabajo, veo tantos rostros al día. No, no me resulta familiar.  Apuro el café rico y decido con las migas no dejarlas atrás y repaso con el tenedor hasta la más pequeña. La verdad que pareces una muerta de hambre, diría mi madre si me viera. Fue al entrar en el coche, poco después, cuando realmente encontré la explicación, eso creo. Repasé mi aspecto, era lamentable, polvo, polvo y polvo.

Cosas de ir a la montaña y tener hambre después.

miércoles, 25 de octubre de 2017

Pon en tu vida un amuleto.
Toda persona que se aprecie debería tener uno. Seguramente debo decirlo porque soy un poco supersticiosa, pero poquito. Nada del otro mundo: los gatos negros, pasar por debajo de una escalera, brindar con agua, y alguno más nada relevante. Y aunque al decir esto parezca que debo tener cachivaches de la buena suerte rondando mi rincón de pensar y crear. Nada. Sin embargo, ahora tengo uno. Lo descubrí no hace mucho, fue por casualidad, buscaba afanosa como de costumbre que necesito inspiración, cuando me agobia la falta de concentración, o simplemente aparece el blanco e inmaculado vacío de ideas. Lo cogí como siempre hacía y me abaniqué, con meneo ligero, como si desprendiera no solo aire. Que cosa, es entonces cuando me doy cuenta, es mi amuleto, siempre lo había sido.
¿Tú no tienes uno?

domingo, 27 de agosto de 2017

Pasa rápido el tiempo, nada más y nada menos que 10 años ¿has visto?
Sigo tu consejo, el que antes de marcharte me diste, en tu despedida ¿recuerdas?. “Tranquila, Cande, tranquila”. Y lo intento, mira que lo intento; a veces sí, a veces no.
Te recuerdo de mil formas, papi. Cuando chica y jugabas conmigo a tocar el techo, o yo de peluquera con tus pelos, como te dejabas. Después, ya mujercita con mis travesuras, pero siempre sentí tu paciencia y moderación. Y más tarde de abuelo, y con el Turco afgano, mira que te gustaba quererle. Luego yo de mayor, te veo con tu mano extendida, siempre dispuesta ofreciendo el cariño que sabías tanto necesitaba, y ahí, me la estrechabas y me sentía tan bien papá.

Como te echo de menos.

domingo, 6 de agosto de 2017

sábado, 5 de agosto de 2017

¿A quién no le ha pasado alguna vez, que una frase le traslada a un lugar o le recuerda a una persona? Lo sé, a ti muchas veces. Ayer me ocurrió a mí también. Fue en la página 135 de un librito de cuentos. Mientras me encontraba sumida en un relato mágico, porque Hermann Hesse tiene ese poder, lo puede experimentar. Me paré y la leí varias veces, como tengo costumbre cuando algo me impresiona y dice: “porque los árboles le parecían la encarnación de la placidez, de la fuerza y de la dignidad” Así que me recreé en tan bella observación que recordé inmediatamente a mi padre en ella.

Fuerte momento más agradable.

lunes, 17 de julio de 2017

Me acordé de mi padre, hoy en la mañana. Fue un pequeño instante y se hizo fugaz. Pero aquí, el lápiz, mi cómplice hace que sea eterno. En un saludo que hice, unos buenos días sencillo. Entonces lo sentí, lo encontré en mi gesto, en mi hola, en mi tranquila cara. La paz y la sonrisa serena, justo ahí, apareció. Como lo hacía él, con elegancia.

Me acordé de mi padre, hoy en la mañana en mi ademán lo vi.

sábado, 15 de julio de 2017

<<Siempre compras libros de escritores de aquí>>.
Esa observación de una amiga me dio que pensar. ¿Por qué no? Pero tampoco es una respuesta que me termine de gustar. De hecho, no la dije. Pero reflexionando más tarde sobre el tema, llegué a una conclusión que puede que sea la más acertada.
Cuando desconoces un trabajo, lo valoras a medias, o no del todo. Un ejemplo: el deporte. Si sabes las reglas ayuda a comprender la jugada y por tanto disfrutarlo más. Un trabajo, un esfuerzo, un camino, si se sabe más de él, te acercarás más y comprenderás aún más su naturaleza.
¿No? ¡Sí!
Pues eso me pasa con los libros. Ahora que sé lo que hay detrás de ellos, más me implico, y los amigos y no amigos que han puesto horas e ilusiones en un puñado de historias para entretenernos, se convierte en respeto a ese trabajo. 
El tiempo ante un folio en blanco para transformarlo en un libro para mí, para ti o para el que quiera soñar…¡¡ es magia!!
Así que colecciones libros recomendados de fuera y de aquí especialmente.

Y poco a poco los voy leyendo…

sábado, 8 de julio de 2017

Un simple y viejo pañuelo me llevó con velocidad casi irrefrenable a la infancia nada deseada. Estaba en la puerta de mi casa, mi hermana mayor a mí lado. El bolso rojo, el color asigno, lazo rojo, muñeco rojo, tenía que ser rojo, el azul a mi hermana. Mi mano sostenía el pequeño pañuelo perfectamente planchado con un círculo en el centro, el rastro de colonia que como un ritual mi madre vertía unas gotas del frasco.
Así, tan repeinadas y perfumadas íbamos al cine del barrio. Refresco y regaliz. Sueños de niña sin nada. Desconsolada por todo, sin protestar por nada.

viernes, 7 de julio de 2017

Leer mi primera paranoia ha sido una dosis de ánimo de lo más explosivo (1984). Sobre todo, porque no la recordaba, ni siquiera sabía de su existencia. La alegría de encontrar ese pequeño tesoro es tan simple como descubrir que siempre había querido expresar de alguna manera, a través de la palabra, algo. Fue el destino y mi falta de fe las que me apartaron de ellas. Al leerla ahora en voz alta y descubrir una Cande tremendamente inquieta y reflexiva, me da alas para continuar con el proyecto personal. Y por supuesto, compartir esta pequeña alegría contigo, que lees mis paranoias.

Gracias.

lunes, 3 de julio de 2017

Sí, me tragué un grito.  Nunca me había engullido uno. Todo por no molestar a los caballos. Son nerviosos. Ese fue el consejo y yo lo llevé a cabo y pasé a su lado en silencio. Ellos miraban sin mucho interés. Mientras pasábamos recordé una vez hace ya unos años, de regreso del monte, como hoy, atravesamos un prado. Había tan solo un caballo, pero a él no le gustó mucho que le invadiéramos su espacio y nos persiguió con una idea no muy buena, pero todo quedó en un susto. Entonces, desenterré esa escena y me inquieté un poquito. Ya casi salíamos del terreno de ellos, a la altura de un arbusto, salieron como arte de mágica tres, no dos ni uno, tres perdices. Sus ruidosas alas desesperadas y asustadas tomaron vuelo lejos de nosotros. Ahí, justo en ese momento me brotó un grito sordo de susto y como mismo subió a mi garganta, bajo a mi estómago, encorvándome con cierta gracia y llevándome las manos a mi barriga.
Sí, me tragué un grito.


viernes, 30 de junio de 2017

Y ahí siguen, acumulando polvo y años. En la estantería de libros y recuerdos. Los dos bien colocados el uno junto al otro y se ríen, no han dejado de hacerlo. Hoy los miré, pasé a su lado y me paré a verlos con envidia sana o no sana. Pensé en silencio. La felicidad que esas pequeñas figuras ofrecen y cuando ya no esté, ellos seguirán riendo y acumulando polvo. 

domingo, 18 de junio de 2017

entre la basura una flor
¡Eh plástico!
No conseguirás ahogarme. Saldré adelante en este feo lugar que me tocó nacer. Solo tengo que afianzar las raíces entre las baldosas de cemento; mis hojas desplegarlas para que puedan ver el sol; ladear mi diminuto tronco lo suficiente para que la lluvia me moje. Lo que no sabes indeseable y transparente enredadera, es que no me asfixias, todo lo contrario, me protege del viento. 
Y aunque no es tu deseo, seré una hermosa flor.

martes, 13 de junio de 2017

el cuento de la rana
Lo miré fijamente por ver si sus ojos se tornaban azules, o verdes como su piel. Por si aparecía una amplia sonrisa de esmaltados dientes. Sin pestañear deje mi bolso en el suelo con cuidado para no alarmarle y seguí mirando por si en algún momento ocurriera. Tomé asiento cerca del borde sin mover el agua, no quería asustarlo y con los pies cruzados esperé un rato con la respiración controlada, por si mi aliento perturbara su placentero reposo. Aguardé un poco más sin querer desesperar y le observé con más detenimiento por si aparecía el cabello negro o dorado, los amplios hombros, los musculosos brazos o la piernas. Me miraba inmóvil. Su verde aspecto, su cama verde y verdoso estanque no mostraron la intención de cambio. Me alejé con el mismo ánimo que llegué, pero con la falda sucia y las piernas adormiladas.
No recuerdo el cuento.

¿Tenía que darle un beso?

martes, 30 de mayo de 2017

A veces ocurre que un sonido aparece fantástico y no sabes por qué. Así me ocurrió no hace mucho cuando anduve por el PR 43 que pasa por el volcán Chinyero, muy visitado, por cierto. Una parte de él es malpaís; guapo negro. Las coladas de lava forman parte del paisaje y ellas de mi razón de un bienestar pasajero. Mis pasos, acompasados por un sonido característico al pisar el picón, nada del otro mundo para el que sepa de qué estoy hablando, pero aquello me fue llenando de una sensación agradable como si me embriagara. Un extraño placer chiquitito me acompañaba en ese tramo y yo cuando fui consciente me dije, estás muy mal Cande.  Del placer a la duda y después a la preocupación. ¿Estoy tan mal? Pero no, aun no lo estoy del todo, supe de inmediato qué ocurría. Tan sencillo, tan evidente para mí que de la leve angustia desapareció para recuperar una vez más mi sonrisa. Aquél rugir a mis pies se asemejaba al mismo que se produce al caminar en la nieve. Cruje, otro placer aún más grato que me trasladaba en el tiempo; aquellos buenos momentos.

jueves, 25 de mayo de 2017

De todo como en botica.

Así son las personas, así somos. Una noticia y el ramillete de expresiones varia. Los gestos, los mensajes y hasta la indiferencia se manifiesta desigual. Cada cosa en su sitio y el mío está cada día más claro.
Como somos los seres humanos. Qué diferentes emociones me despiertan todo ellos.

domingo, 21 de mayo de 2017

Me levanté hoy revoltosa con los pensamientos, claro que eso es casi siempre, pero hoy más. Y surgió una pregunta ¿Hay que estar agradecida siempre con alguien que una vez te extendió la mano cuando lo necesitaste? Por supuesto que sí. Asomó temprano, nada más despertarme. Se abrieron los ojos y apareció como un mosquito inesperado. Después brotó otra. Y si ya has pagado con creces ese favor ¿Debes seguir devolviéndolo?

Esto de liberar peso en la mochila tiene como consecuencia estas dudas.

sábado, 13 de mayo de 2017

No me voy a enfadar. Así fue como comencé el año, con ese propósito, por lo menos intentar que sean pocas las ocasiones. Estoy progresando y ya voy mandando a la porra esas que pueden ofrecerme sofocones.  Pero el jueves, me enojé. Sí. Pero con ganas y motivos - ¡No puede ser, está oscura! - Así fueron mis palabras cuando abrí el paquete del supermercado donde traía la carne. Le había dicho al señor que me despachaba carne de no sé qué lugar de la ternera ¿O vaca? - Quité esa parte negra, por favor- Pues no lo hizo, o por lo menos no todo lo que debiera. Aunque no soy del todo carnívora, tanto tiempo vegetariano me deja secuelas alimenticias que aún conservo, pero por algún extraño motivo que desconozco me llevó ese día a comprar carne roja - Claro señora, es que no le llegó el frío, nada más-  Intenté que no me apoderase la furia y disipé la tormenta. Ayer, para más inri saqué el lenguado. Me gusta porque no tiene espina y es fácil de hacer. Esta vez el chico que me despachó el pescado el mismo día y mismo supermercado - Me lo limpias mi niño- le apunté - Claro señora - No, pues no me lo limpió. ¿Me enfado? Pues sí, y rompo mi propósito de no irritarme por machangadas y eso me mortifica aún más. Pero afortunadamente no tardo mucho y vuelvo a recuperar la serenidad,  sonrío porque no vale la pena contrariarse ¿Verdad?

sábado, 6 de mayo de 2017

 TORTA DULCE

Un buen gesto es más grande que mil palabras bonitas.
-          - Hola.
-         -  Hola.
-         -  ¿Todo bien?
-          - Sí.
-         -  Me alegro. Llévate esta torta dulce.
-          - ¡Nooo!.
      -   Que sí, anda.
-          - Bueno, gracias.

Y ahora la querida torta dulce de Taganana es capaz de trasladarme a la niñez y hacerme sonreír mientras la saboreo.

miércoles, 3 de mayo de 2017

                                                                                 LA MATERNIDAD
“Las comparaciones son odiosas” y las frases tópicas y típicas también, pero recurro porque sí, porque me viene “como anillo al dedo” Otra. La verdad que no estoy nada ocurrente y eso quizás me quite puntos a los ojos de algún lector exigente, pero seguro que habrá otro benevolente y pase por alto tremendas manoseadas frases. Pero vamos a lo que me ha traído a mis paranoias.
La maternidad; palabra que irrumpe en mi entorno directamente y a mi persona. Un acontecimiento que por ahora no viene al caso, pero sí despertó el recuerdo de la mía. Antaña. He podido saber y ver de primera mano que cuidan y protegen en el terreno laboral. Los Riesgos Laborales. Además, los cuidados en el terreno sanitario, también. Incluso, saber el sexo, debe ser una ventaja ¿No? ¿Ya no se regala prendas amarillas? Ese color neutro entre el azul y el rosa. Qué evocación.
Para contrastar hechos, yo no supe si era Raquel o S... (no toca ahora el nombre) sino en el momento que nació. O cuando dije en el trabajo, "estoy de buena esperanza” Por supuesto, lo que me dieron fue puerta y unas palmaditas en la espalda. Cuando lo cuento sorprende, sobre todo porque no tengo lo que se dice imagen de haber vivido en las cavernas. ¿A qué no? 
Afortunadamente hay cosas que han cambiado para bien, en éste caso por lo menos.

Pero el tiempo pasa rápido, quizás demasiado.  Lo sé muy bien. 

viernes, 28 de abril de 2017


Casi me lo creo. Mirando la mesa pensé por un momento que el orden formaba parte de mí, que me había descubierto y que ya jamás volvería a sentir su ausencia. Pero poco dura el lineal aspecto, en cuanto comencé a mover con bravura el lápiz y la goma, los papeles, éste, aquél, el otro ya terminado. Un café marca un círculo y descubro una lágrima que se había quedado en los primeros capítulos. Nada quedó en su sitio. El orden desvanecido salió corriendo ante tanta anarquía. Pero volverá, lo sé. Él y el desorden conviven juntos, cada uno hermanados conmigo. Es lo que tiene ser polimatía (palabra que igual no se ajusta pero que me gusta pensar que sí).

lunes, 24 de abril de 2017

Las palabras que a veces me cautivan, esas que suenan diferente por yo que sé razones o extraordinarias o sublimes. Eso es personal, lo sé. Aunque esta vez no ha sido una palabra sino varias las que me sacudió nada más leerlas, releerlas y vuelta a leer. Puede que exagere en cuanto digo eso de que son particulares, sin embargo, lo son a mis oídos y no con ello quiero convencer a nadie para que las vea así ¿O sí? A saber, que rincón juega sin yo darme cuenta. Lo cierto es que solo quiero que entiendas por qué yo las vislumbro de ese modo.
 “Iluminan estancias en mi interior” El País Semana de 23/04/2017.
Y me quedó así, parada mientras leía el artículo donde aparecían, que por cierto muy bueno. Que pedazo de frase que hasta me centelleó, pero no internamente. Así que persevero para ver si alguna vez encuentro un libro que me haga sentir eso. Porque debe ser bonito que ocurra. ¿A qué sí?


martes, 18 de abril de 2017

El uso que le des es importante.
Fuerte chorrada pensé aquella vez que alguien comentó algo así. Aunque si no recuerdo mal la frase era diferente. Lo que no se usa se atrofia. Pero no le di importancia salvo la risa que me provocó. Ahora me veo rememorando aquellas palabras, mientras miro mis pies casi desnudos, pero esta vez no me río. Se asoma una mueca mezcla de enfado e impotencia. ¿Ahora? Y a continuación la reflexión.
Lo que se usa en tal caso, se desgasta, lo que no, tarde o temprano se rompe.

sábado, 15 de abril de 2017

Una vez, hace mucho tiempo, como los cuentos. Alguien me aconsejó, y con buenas intenciones, que me refugiara en la montaña. Así fue. Recuperé la pandilla de mi generación, porque soy (era) de moverme entre la gente junto con el deporte y la naturaleza. Todo un lujo de materia para no pensar y dejarte llevar por el aquí y ahora. Pero el tiempo siempre me regala sorpresas para dar vuelta de tuerca a mis pasos. Otra vez y más veces a mover piezas, que hay que decirlo, cada vez más desgastada por el trascurrir de los acontecimientos. Entonces alguien vuelve a darme una nueva idea para cobijarme. La literatura. Y desde entonces me veo con la mochila y los libros a cuesta intentando mantener el equilibrio de este camino que el destino ha querido darme. Pero no siempre encuentro las fuerzas para ello y heme aquí, envuelta en dilemas con la soledad de mi pensamiento, queriendo encontrar el impulso para recuperar el ritmo de mis pasos y de mis palabras.

sábado, 1 de abril de 2017

Olía a bar.
Caminaba tambaleándose y arrastraba las miradas ajenas no solo por sus andares torpes y lentos, sino porque no hacía mucho iba erguida y templada. Las dudas sobre aquella mujer no tardaron en brotar ¿Qué le habrá pasado? Antes, no hace mucho estaba bien. Pero no ocurrió nada más que cuchichear. Después, cuando se había ido, pregunté si sabía qué le había pasado-- No sé, pero olía a bar.
Olía a bar. Una frase elegante que nunca antes la había escuchado y me la guardé repitiéndola a mis adentros y olvidándome de aquella señora. Ahora que recuerdo de nuevo las palabras, casi poética como olía a mar, a primavera y me digo con cierto arrepentimiento, si tenía que haberle preguntado a ella -- ¿Necesitas ayuda?


jueves, 30 de marzo de 2017


No sé si siempre sería así, no lo recuerdo, pero el caso es que el ruido me molesta ahora soberanamente. Y lo peor de todo es que a los demás parece ser que no. Solo a mí. Observo como revolotean cómodamente por los espacios con la cacharrería del día a día. A ellos no les afecta porque les veo a gusto con sus quehaceres. Encima y para más inri, yo me voy transformando con el paso del tiempo en una impertinente serpiente venenosa. Eso ni me gusta ni me disgusta, la verdad.
- ¡Silencio! - grito, pero para mis adentros porque no tengo voz para hacerme oír entre tanto ruido.
(Foto: San Sebastián 2013)

sábado, 25 de marzo de 2017

Cuando más aprendo más es mi ignorancia.
Qué bueno es aprender día a día algo nuevo ¿A qué sí? A mí me gusta, aunque después me olvide de la mitad. Y ¡cuando aprendes de los demás! Claro que ellos no lo saben. Observas. Comienzas con las dudas, pero pronto se aclaran y ves los colores de cada uno; azules, grises o el que ofrece multicolores. Éstos últimos son los que más me divierten y más me ofrecen, por supuesto. En cambio, los grises son turbios y apenas veo claro qué quiere darme, si bueno o malo. Es complicado eso porque puedes meter la pata y llevarte verdaderos sustos con ellos. ¡Sorpresa, no soy lo que creías! Y quieres salir corriendo. Pero yo no, me quedo y sigo andando, a mi paso, como si no pasara nada. Es lo mejor, así no sudas. 

sábado, 4 de marzo de 2017


Me he bloqueado como los ordenadores. He dado muchas veces intro sin resultado. Entonces he tenido que resetear y ahora estoy vacía de contenido y continente.  Limpita diría alguien, con espacio diría yo. Mientras me observo el hueco de mi yo misma, me voy dando cuenta que resulta agradable eso de estar sin el ruido metálico de los ficheros, unos arcaicos, muchos en desusos y otros tantos sin actualizar.
 - Fuerte porquería tenía yo aquí-- me dije una vez consciente --Seguro que ha tenido que ver ese cursito de mindfulness. Tomar conciencia y ya ves, a quitar lo que no vale.
 Lo que ocurre ahora, es que, aunque hay ficheros que por defecto siguen ahí, como los de la infancia, que están muy arraigados y son difíciles de deshacerse de ellos, lo demás ahora me dan pereza instalarlos. Porque entre otras cosas, me gusta un poco ser kafkiana, todo hay que decirlo.
Solución: dejar que poco a poco se recuperar lo que vale realmente.

viernes, 24 de febrero de 2017

De pronto se me encogió el estómago. Fue como la mano que estruja un limón y trajo consigo también su sabor ácido. Respiré y miré a otro lado. Mis ojos dejan de mirar el mundo y abandono los pensamientos  en un rincón, reposados. Allí donde lo simple es protagonista y la nada su pura esencia.
Qué alivio.


domingo, 19 de febrero de 2017

Amasijo de historias, paranoias y otras tantas chifladuras conforman mi espacio interior, que no es poco, oye. La última. Mis plantillas. Cuando tomé conciencia de que ellas estaban ahí para que yo fuera Cande y no un despojo, me estremecí. Tremendo, porque llevan conmigo siete espléndidos años. No somos nadie y somos todo, lo que lo separa: unas plantillas.

(Me he hecho otro par por si el destino sea juguetón y me prive de ser normal ante los demás)

domingo, 12 de febrero de 2017

Roberta siempre tiene cara de puta. Hagas lo que hagas te pareces a ella
De chica le repetía una y otra vez que se parecía a Rogelia.
¿Pero era puta?
No.
Entonces ¿por qué ella cargó con eso?
Le fastidió la vida.  Evitaba mirar a los hombres. Procuraba no llamar la atención.
Fue el tiempo que todo lo envejece y lo arruga para comprender y quizás perdonar a esa cabecita.

sábado, 4 de febrero de 2017

Mi madre ya tiene 87 años, son años. El caso que siempre que hablo con ella busco temas nuevos para poder charlar y entretenerla, no es fácil a veces encontrar para agradarla; me esfuerzo. Hoy en la ruta por caminos de Anaga entre amigos y berodes, subidas y bajadas terminamos en el inicio, Cruz del Carmen. Así que, mientras nos dirigíamos al coche me veo éste monumento en un lado de la Ermita y bien visible. No lo había visto antes, debe ser reciente, me dije y me acerqué para leer
-- ¿Homenaje a los antiguos carteros de Anaga? comento mientras le hice la foto.

Era el motivo perfecto para la nueva charla con Magdalena, mi madre. Su abuelo y su padre, es decir, mi bisabuelo y mi abuelo fueron carteros de Anaga. Qué contenta se va a poner cuando vea esa consideración al trabajo de aquellos hombres que ella tan orgullosa siempre recuerda y yo enseñarle la fotografía, también contenta.

viernes, 27 de enero de 2017

Lleva cinco años separada y había conseguido el equilibrio de los espacios y de los silencios. A sus cuarenta y nueve años nunca pensó que girasen vertiginosamente hacía un abismo tan desconocido como imprevisible. Ella que siempre predecible, nada se le escapaba de las manos porque todo estaba lazado, menos los pasos ajenos. Esos que irrumpen desmembrándolo todo, con carmín y rímel, con tacones y balanceos. Fueron cinco largos años de aprendizaje de perfecta mujer en un túnel opaco, sin brillo. La solución vino después. La fantástica agenda de color amarillo gritón que un amigo invisible regaló aquella nefasta navidad. Estaba llena de mariposas y su aspecto era tan ridículo e infantil que lo primero que se le pasó por la cabeza era regalarla a la primera niña que se le cruzara en el camino. Pero no lo hizo, la dejó reposando un tiempo en una estantería de la librería. Tampoco afeaba tanto aquel colorido alborotado, pensaba. Si bien el sencillo obsequio olvidado, albergaría más adelante un poder inusitado. Mientras, disfrutaba de los huecos de su día a día, esos senderos de soledades impuesto por sorpresa que ahogaban en un principio, fueron llenándose con aquella libretita absurda que marcaba las jornadas secas de alegría. Poco a poco se transformaron en datos, en citas y avisos de diferentes tonalidades. La lista de actividades tan cotidianas como ir al súper o visitar la librería para comparar aquel libro recomendado que escuchó en la radio, una de tantas solitarias tardes.  Incluso, las citas del médico cobraban interés anotadas en aquellas hojas coloreadas. Después, fue llenando los renglones de actos y pequeños compromisos y fue comprobando que los días se cubrían de movimientos, aleteaban como aquellas mariposas a nuevos mundos olvidados. Ya no era la lista de la compra o la cita del ginecólogo lo que confortaba, era las siguientes agendas las que ocuparon las páginas, albergando nada más y nada menos que la propia vida.

sábado, 21 de enero de 2017

-          UN DIALOGO CUALQUIERA EN UN DÍA CUALQUIERA
- -        - ¡Hola! Cuánto tiempo- dijo con admiración aparente.
-         - Hola muchacha ¿Qué pasó? - respondí con alegría.
-          -Nada, todo bien – replicó.
-        -  ¿Qué tal la familia y el trabajo?- le dije con mi sonrisa, sonrisita.
-          Bien, bien – exclamó – La familia ya bien, después que me diste esa referencia del médico naturista. El curro mucho mejor, un acierto ese consejo de ir a lo mío me vino muy bien y qué decir del restaurante que me enviaste por WhatsApp para la cena sorpresa, todo un éxito. Además, mis padres están contentos con el hotel que conocías, quedaron muy satisfechos.
-         - Me alegro mucho mi niña – le comenté.
-          -Bueno, te dejo que tengo prisa, nos vemos en otro momento para un café ¿Vale? - concluyó y después de dos besos se alejó con paso ligero.

Y me quedé pensado. <<No me preguntó por mi novio, ni por mi familia, ni curro, ni mis proyectos. ¿No le interesa? Bah, seguro que se despistó, que mal pensada soy>>.

miércoles, 18 de enero de 2017

Mientras tomo mi rutinario, pero no por ello menos exquisito cortado de leche condensada, justo en mi descanso del trabajo. Mi mano remueve con ceremonia la cucharilla, dando vueltas en círculos con el clic clic. Al mismo tiempo miro a mi derecha y veo a una señora algo entrada en edad, pero bien conservada y, además, de buen ver. Pienso para mis adentros si llegaré a tener ese aspecto saludable cuando sea (más) mayor y sonrío. Ella, con una elegancia de cuna, porque eso se nace, pasa las hojas de la prensa sin prisa, cosa que envidio, y me digo, a más edad menos prisa. Entonces me dispongo a tomarme calentito mi cortadito y continúo fisgoneando a la señora. La barra solo la ocupamos ella y yo, nos separan tan solo tres asientos, los demás clientes de la cafetería están repartidos por las mesas y nos acompaña el murmullo habitual de esas horas de la mañana. Me doy cuenta, en mi curiosidad que posa su mirada con extremo interés en una de las páginas y me alongo discretamente para ver qué le ha despertado tamaño interés. ¡Las esquelas! exclamo con grito, pero en mi mente. Toda llena de cruces y fotografías de los difuntos. Supongo que en busca de algún conocido. Me recompongo en el taburete y abandono a la mujer en su búsqueda y termino el sorbito delicioso que aún me queda.  Si bien, esa escena me hizo recordar aquella extraña costumbre de adolescente. La de mirar las páginas funerarias de los fallecidos, sus edades, y todo dato que por aquel entonces el huroneo me cautivaba. Esa época rara mía que ahora memorizo y me digo. Qué siniestra. Y me invade la duda de si albergo algo aún de esa funesta chifladura.

(río a carcajada).

sábado, 14 de enero de 2017

Se me ocurrió, como me pasa desde hace un tiempo para acá, observar palabras que me resultan, vamos a decir interesantes. Y tropiezo con: amistad. Tremenda ¿verdad? Tengo que decirlo, la he tenido como estandarte invisible, claro, pero primordial durante mucho tiempo por no decir siempre.
AMISTAD: Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato. Dice RAE.
Mientras investigo su verdadero significado me viene a la memoria (de vez en cuando funciona) aquél medio amigo medio novio que me decía con la boca llena que no tenía amigos. Yo me eché las manos a la cabeza cuando le escuché. ¿Cómo puede estar sin amigos? Por aquél entonces yo tenía tropecientos amigos, recibía tropecientas llamadas, me daban tropecientos saludos y que decir de las visitas…
Pero como el otoño, ocurrió que fueron cayendo como hojas del árbol. Quizás fue el viento o ya marchitas. Yo qué sé, pero los tropecientos fueron menguando. Supongo que el cambio climático tendrá algo que ver también, ya sabes, los cambios.
El caso es que ahora sentada, mirando las letras, las palabras, las frases continúo mi camino, como siempre. Pero lo peor de todo es darle la razón a mi apreciado medio amigo medio novio de hace tropecientos años cuando me dijo:
-          Son conocidos que van y vienen Señora Cande.

Y yo, evidentemente también soy hoja marchita de otros árboles.